Soy una convencida de que la belleza depende del observador, lo que significa que nace de la personalidad de cada quien, de su historia de vida y su cultura. No soy quien para imponerle ideales de belleza a mis pacientes, pero bien puedo guiarlas para develar cuál es su propio arquetipo.

Como cirujana plástica me esfuerzo en entender no sólo el resultado físico que quieren mis pacientes, sino en comprender las motivaciones que las llevan a tomar la decisión de operarse, en conocer a la persona que existe detrás de su requerimiento. Muchas veces en pabellón, cuando tengo que tomar una decisión crucial y la paciente está dormida, me baso en este conocimiento para decidir qué es lo que más le gustaría. Creo que me ha funcionado perfecto.

La relación que construimos es muy importante para transitar el viaje de una transformación corporal. Junto con mi equipo, acompañamos a nuestras pacientes en todo momento, asegurándomos que todo vaya bien desde el punto de vista de la cirugía, pero también conteniendo las emociones que van surgiendo en el camino, que muchas veces son insospechadas antes de la cirugía.

Si bien soy experta en lo que hago, los resultados dependen de un trabajo mutuo, donde las indicaciones postoperatorias son tan importantes como lo que hago en pabellón. Es por esto que la confianza en mí, en mi equipo y la confianza en el proceso, son fundamentales para lograr el cambio que deseamos.