Por lo general, la toxina botulínica (más conocida como Botox) se asocia al rejuvenecimiento de la piel y la desaparición parcial de las arrugas, pero gracias a que su función es paralizar los músculos donde se aplica, puede ser la solución a patologías de otras áreas de la medicina. A continuación te contamos de ciertas afecciones que pueden tratarse con este medicamento.
Incontinencia urinaria: Con una inyección en la pared de la vejiga se puede reducir y controlar considerablemente la incontinencia urinaria.
Sudoración Excesiva: Respecto a la sudoración excesiva, una dosis en las axilas ayuda a paralizar la actividad de las glándulas sudoríparas durante un tiempo determinado.
Bruxismo: El bruxismo es el hábito involuntario de apretar o rechinar los dientes, si se aplica toxina botulínica al paciente se puede disminuir esta patología.
Tics: Lo mismo pasa con los procesos de contracción exagerada como cierres involuntarios de párpados, guiños o tics faciales.
Migraña: Ciertos tipos de dolores de cabeza pueden ser aliviados con punciones en lugares determinados del cuello y la cabeza.
Fisura anal: la toxina botulínica es una buena alternativa para relajar el esfínter anal y lograr la cura de esta patología.